A lo largo de toda nuestra vida nos cruzamos con cientos de personas. Algunas se quedan con nosotrxs, muchas sólo están de paso, y otras toman caminos diferentes. Todo ello forma parte de la evolución personal. Sin embargo, por mucho que evolucionemos y por mucho que cambiemos, hay algo que me hace perder la fe en el ser humano: la necesidad de opinar sobre cuerpos ajenos.
Ojo, no te culpo si eres ese alguien que empieza una conversación con un «Cuánto adelgazaste Pepita, que guapa estás» o «¿Engordaste?», ya que por desgracia estuviste sometidx a la cultura de la dieta durante años. Sin embargo, permíteme sentir pereza y, a veces, hasta rechazo, porque si estás leyendo esto significa que tienes acceso a información y está en tu mano filtrar, reeducarte y evolucionar como ser humano.
Pero es que después están «esas personas«, las que juzgan con la mirada, las que critican si un cuerpo ha sufrido cambios, las que opinan con el que tienen al lado «por lo bajini» con el típico «como ha engordado fulanitx». «Esas personas» que siempre (pero absolutamente siempre) que quedas con ellas hablan de cuerpos ajenos. «Esas personas» que te hacen sentir incómodo aunque no estén hablando directamente de ti e independientemente del tamaño de tu cuerpo. «Esas personas» con las que te acaba dando pereza quedar para tomar un simple café o hablar porque sabes cuál va a ser el tema de conversación. «Esas personas» a las que si no ves en un tiempo, te da miedo quedar con ellas porque sabes que te van a juzgar.
¿De verdad quieres ser «esa persona» que daña gratuitamente, que puede estar impulsando un TCA o una mala relación con la comida/cuerpo, que opina sin conocer el porqué (o sabiéndolo, que más da) o con la que un amigx no quiere quedar por cómo le hacen sentir tus comentarios?
Una amiga me dijo una vez una frase que se me quedó grabada que dice: «Cuerpos vemos, historias no sabemos«. ¿No os parece maravillosa? a mí sí. Porque esa Pepita a la que le das una opinión sobre su cambio y que, seguramente no te ha pedido, quizás está pasando un mal momento, sufre un trastorno alimentario, está en un momento de estrés, está pasando una patología y/o toma algún tipo de medicación, entre otros muchísimos factores.
Tú decides, pero si me permites darte un consejo, elije no ser «esa persona«.