«Recorrí varios dietistas y no tuve resultados», «llevo toda mi vida a dieta», «para ver resultados necesito que me riñas», «mi objetivo son X kg antes del verano» y un largo etcétera de frases tipo como éstas.
Una vez más, no te culpo por estos pensamientos o por, simplemente buscar como único objetivo una meta en la báscula. Sí, lo llamo meta, porque en la mayoría de casos, una vez conseguida esa cifra buscada ya estaría, la diferencia es que nadie está esperándote al final de esa carrera de fondo con una medalla. Y todo esto teniendo en cuenta que la consigas, no porque no crea que no puedas, sino porque cuando se tiene el peso como objetivo principal se hace lo que sea: restricción, eliminar alimentos más calóricos de tu alimentación a pesar de ser nutritivos y una buena opción, tomar productos que pueden estar dañándote a nivel interno y a largo plazo, saltarte comidas… y todo esto puede venir acompañado o ser consecuencia de todo lo contrario: atracones, recorrer cientos de profesionales buscando un milagro, ansiedad por la comida y, en el peor de los casos, trastornos alimentarios. Pero repito, no te culpo. No te culpo porque en realidad que tengas estos pensamientos son culpa de la sociedad, de acudir a personas no formadas, no cualificadas o, lo que es peor, no actualizadas que se permiten el lujo de hacerte creer que eres lo que pesas, lo que comes o únicamente lo que se ve.
A quien sí culpo es, en primer lugar, a aquellos profesionales que deciden acomodarse, no actualizarse, buscar únicamente facturar sin importarle estar creándote un problema y una mala relación con la comida, con tu cuerpo, con tu imagen corporal y con tu forma de tratarte. Puedes identificarlos porque únicamente se centrarán en tu peso, te felicitarán cuando bajes de cifra y se darán una palmadita en la espalda porque creen, y lo peor, te harán creer que gracias a ellos estás consiguiendo llegar a esa meta marcada creándote dependencia e inseguridad. Sin embargo, si cuando acudes a consulta no les gusta lo que ven en la báscula, ahí sí es culpa tuya, «porque no lo habrás hecho bien» , como si no hubiese una lista de factores que podrían estar afectándote.
También culpo pero en menor medida, ya que no dejan de ser otras víctimas de la sociedad, a los que sin ser dietistas, dietistas nutricionistas o endocrinos, juegan a serlo, pero cuidado que aquí nos metemos en el pantanoso terreno del intrusismo laboral. A aquellas personas que han conseguido bajar tropecientos kg y te venden el «hazlo así, yo lo conseguí de esta manera», como si hubiese dos personas iguales en el mundo. A los que, por tener o trabajar en un gimnasio te dan la dieta del arroz y el pollo como el milagro milagroso. O a los que tanto te venden una pieza de ropa como te venden un producto milagro por un pastizal , ¡bendita ética!.
Si pudiese pedir un deseo sería que cada una de las personas anteriores sean o no profesionales de la nutrición, hagan su trabajo o estén haciendo intrusismo laboral, sean consecuentes con su forma de trabajar o jugar a ser, porque está en juego mucho más que un objetivo, está en juego la salud de las personas, tanto a nivel físico como a nivel mental.